¿En qué montaba Jesús al entrar a Jerusalén?

sábado, 3 de abril de 2010 | | | |

Todo indica que es imprescindible una corrección histórica


Concluyó el vacile de la Semana Santa, otro invento de la bacanería seductora propia del catolicismo. Mi papá, hombre sabio y pragmático, me dijo alguna vez: “Oscarito… sólo te pido que jamás seas comunista… ¡y que nunca te enredes con cienaguera!…En materia religiosa te hago una recomendación: Apúntate a la católica… como esa no hay… el que peca y reza empata”… Finalmente, no he sido, no soy, y creo que jamás seré ‘cliente’ de tendencia religiosa alguna… Mi vida ha transcurrido a medio camino entre el nihilismo y el agnosticismo… pero ese no es el tema…

A propósito del llamado ‘Domingo de Ramos’, primer día de la denominada ‘Semana Mayor’, consagrado al recuerdo de la entrada victoriosa de Jesús a Jerusalén, (apoteósica, dirían los encumbrados y poco recursivos cronistas políticos locales) me asalta la sospecha de que en este cuento hay un dato falso…

¿Fue realmente un burro el medio de transporte empleado por Jesús en el conocido pasaje bíblico?... Mi natural suspicacia plateña me induce a pensar que el triunfal arribo se produjo ‘a lomo de burra’

Me resisto a creer que la pintoresca horda conformada por Jesús y sus discípulos, cumplieran sus largas jornadas proselitistas a través de desérticos paisajes, sin compañía ‘femenina’ que alegrara sus ratos de descanso, vino y dominó. ¡Y claro! Una burrita aterciopelad, podía ser además, según la frustrante jerga administrativa, utilizada ‘para los efectos pertinentes’… (Beatas y mojigatos del mundo: Jesús y sus apóstoles, podrían ser otro ‘combo de burreros’, como los hay en cualquier parte…)

Me ratifico pues, en la sospecha, de que al entrar a Jerusalén, Jesús montaba sobre una bien educada burrita de gafas, a la que imagino con pinta de Licenciada en Idiomas e ínfulas de predicadora, y no en el lánguido jumento con hormiguillo en el que siempre lo han supuesto los cándidos ilustradores de la Santa Biblia.

Claro que los tiempos cambian. En Plato, mi tierra natal, ‘un pueblito hermoso de intensos arreboles’, (parodiando un poco a Jaimito ‘El cartero’) ya no perdonan a los burros y es incuestionable que se pusieron de moda desde hace mucho rato.

No es extraño por ello, que jóvenes y viejos de todos los estratos, chóferes y tinterillos, jugadores de billar, vendedores de morcilla, candidatos a la alcaldía, los sacristanes y los sobrinos del cura, guarden siempre en sus bolsillos, la majagua lubricada que utilizan para colgar un ladrillo en los huevos del burro, operación que explican como indispensable ‘pa’ que el burro afloje’, en razón de la alta sensibilidad de esfínter que presentan los jumentos.

En la cínica opinión de mi compadre Adolfo Zambrano Pomárico, “los burros se han puesto de moda porque son más cariñosos y desinteresados”, concepto compartido por “Cachito” y “el negro Chicharrón”, dos celebres burreros de la comarca, a quienes algunos califican como los iniciadores de la exitosa costumbre zoofílica.

Desde el impensable sufrimiento de mi silla de ruedas, clamo por una corrección histórica bíblica, a fin de demostrar que en tan memorable ocasión, Jesús montaba una refulgente y dócil burrita, y no el burro viejo, de putrefactas orejas, en el que siempre se le ha mostrado. Sólo de esa manera, la Santa Biblia podría seguir considerada como un ‘libro de verdades’.

Además, tal corrección contribuiría, sin duda, al establecimiento de la verdad axiomática de que las hembras han cumplido importantes tareas desde épocas antediluvianas. La recordada serpiente del paraíso y la burrita ideóloga y pre-pago que con ‘estilo de pasarela’ transportaba a Jesús, son apenas un par de aguerridas y perseverantes féminas, seriamente comprometidas con la historia de la Humanidad.




1 comentarios:

Anónimo dijo...

cheverissimo

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